sábado, 21 de noviembre de 2009

INICIACIÓN A LA ACUARELA IX: TIEMPO

APUNTES DEL NATURAL
¿Por qué no retocar las acuarelas que damos por terminadas?
¿Por qué no "acabar" los apuntes "de primera intención" con los que, en principio, nos encontramos medianamente satisfechos?

Hay gente, y no quiero señalar, que pinta para hacer negocio (también, quien pinta para vivir...).
Hay gente, y no señalo, que pinta (de fotitos) para que les aplaudan... (tambien, quien usa la fotografía como base "de inspiración o composición)...
Gente, y retiro la señal, que pinta por diversión, por entretenimiento...

Esta última gente, con bastante más frecuencia que el gentío anterior, se ve inmersa en ese estado delicioso, aunque inconsciente en muchos casos, que llamamos ¿catarsis?, ¿ensimismamiento?, ¿"cuelgue"?,... en el que perdemos la noción del tiempo y todo parece tener luz propia..., ..., ...: en síntesis: funciona esa parte del cerebro poco adicta al control, subdominante...; la más impresionable, emotiva y psíquicamente incorrecta de nosotros mismos, que prácticamente no entiende de "voy a esperar que se seque", o "debo añadir un poco más de cobalto a la mezcla", o "he de enfriar la sombra del edificio"... Todo lo que entiende es "tiempo libre", "un día precioso" (incluso lloviendo), y "a pintar que son dos días" (el fin de semana).
Esta última gente, con bastante más frecuencia que aquella primera gente, suele "cargarse el cuadro" (la acuarela) una vez sí, y también la siguiente... y se deja seducir por el "hay que saber parar" que dictan los doctos.
Y, efectívamente "hay que saber parar" si buscas un producto, un resultado, una fórmula acuarelística, algo, por tanto, ¿preconcebido?.
Y no lo niego; pero el que aprende, el que aprende, el que aprende debe, mejor, aprender a disfrutar del contacto con el paisaje, tocándolo, acariciándolo, descubriéndolo en su pequeña superficie de papel, aunque el resultado sea un borrón de dos metros de altura; porque esa experiencia es la que "hace" al artista, no "el acabado".