lunes, 20 de enero de 2020

EL APRENDIZAJE

La experiencia artística, la dedicación, te lleva a tomar conciencia una y otra vez de que, en el arte, tiene más valor el proceso que la obra terminada.
 La obra terminada toma las riendas del proceso artístico cuando pretendemos obtener un producto; en ese sentido, el repertorio de efectos, retoques, perfeccionismo, ingenio forzado o empalagosa belleza dirigen más nuestro propósito que la experiencia artística, la relación viva con el modelo, el aprendizaje…
 


Vincent van Gogh, Acuarela, 1890, Tate Gallery


No existe una forma única de aprender.
Por supuesto, no existe una forma única de pintar las nubes, una de pintar los árboles…: Aprender no puede quedar reducido a patrones, modelos o formas consensuadas… Cada tema, cada rincón de este mundo te ofrece múltiples posibilidades. Atención, observación, análisis, ensayo… conducen el aprendizaje.
 
El aprendizaje debe surgir de la propia experiencia, del trabajo y del empeño, mejor en grupo que en solitario.
El aprendizaje es un proceso activo, sin término; la experiencia propia y ajena lo acompasan; el trabajo continuo y ordenado mueven su engranaje…; condicionantes y contingencias rompen los estereotipos y "resabios"...
Y, en este pequeño mundo del arte, como en cualquier aspecto de la existencia, el Mejor Maestro es el que nos regala la percepción intensa de la Creación, a pesar de nuestras torpezas y limitaciones…
Por tanto, el problema del arte como actividad no está en “¡no sé pintar!” o “¡no soy capaz de…!” sino en que, al tomar conciencia de mis limitaciones, me entretengo evaluándolas, comparándolas y lamentándome, y me olvido de percibir a pesar de ellas, a través de ellas…
Somos lo que somos,; hacemos lo que podemos; pero, el regalo de la vida sigue estando intacto para que todos participemos de él y hagamos de ella, nuestra cultura, nuestra identidad.